domingo, 28 de noviembre de 2010

Sauna espiritual (4): El lapacho colorado del nqataGak

Sauna espiritual (4)[1]

El lapacho colorado[2] del nqataGak[3]

[Café Hispano recomienda descargar este artículo en PDF.]


[1] En este capítulo, si deseas realizar una lectura al estilo occidental, deberás depender de las notas a pie de página. Si anhelas disfrutar del género literario de Qohelet, preñado de poesía y oralidad, lee pausadamente el cuerpo de texto. En dicha sección recurro a la estructura discursiva propia de los indios Toba del Gran Chaco porque se asemeja mucho más a la realidad literaria del libro en estudio. Los toba (“frente” en guaraní, porque además de ser dolicocéfalos se afeitaban la parte delantera de la cabeza) son una etnia que se destaca por su respeto a la transmisión de tradiciones con las palabras justas. Aprecian casi tanto los silencios como el sonido, lo que nos acerca a la comunicación de otras épocas, cuando el tiempo no importaba demasiado.

[2] El lapacho colorado es un árbol sumamente mitológico en la cultura toba. Representa aquello que es capaz de estar en los dos mundos de su cosmología: el celeste y el terreno. Se me antoja que tiene su similitud con la literatura sapiencial de la Biblia porque ésta suma la perspectiva de lo divino con la de lo humano. Los textos sapienciales, y Qohelet se enmarca en uno de ellos, discuten entre el conflicto de la macrohistoria (lo transcendente y universal) y la microhistoria (lo más inmanente y local), entre los grandes ejes de la religión y las vivencias cotidianas. Es por ello que textos como Job, Qohelet, Lamentaciones o Daniel se preguntan sobre el sufrimiento, la enfermedad, la muerte, el devenir de la historia y, como es el caso de Qohelet, qué es lo realmente importante en la vida. Qohelet, como el lapacho colorado, hunde sus raíces en la contemplación de lo diario y, tras extenderse por las ramas del cuestionamiento, nos eleva a lo esencial: Dios.

[3] El nqataGak es un tipo de discurso que se emplea en los consejos toba para instruir a los jóvenes en el camino correcto. Suele responder a una estructura asimétrica, versificada, con notables paralelismos, intensas pausas y gran afecto. Aunque es de corte autoritativo, propone opciones positivas para alcanzar, como la cocina de una madre, las hamae’ (“cosas dulces”). Recurre, como encabezamiento, a los diminutivos procurando una cercanía afectiva y actitud ética. Estamos ante un ejemplo de sabiduría constructivista. Cf. Cristina Messineo, “Estructura retórica, recursos lingüísticos y función social del nqataGak (consejo toba)”, Signos42, 70 (2009): 197-218.

[4] La cosmología toba se establece en dos grandes planos: na’ y pueg.Na’ hace referencia al plano superior que se identifica con el día y la luz,pueg con el inferior y la oscuridad. No son planos opuestos físicamente sino existencialmente. En el na’ se encuentra el cielo (pigüen l’ec) y el mundo de los hombres (qom l’ec pi, qom es como los toba se denominan a sí mismos). En el pueg se encuentra la condición no humana (pueg l’ec pi). Cf. Ezequier Ruiz Moras, “Ecosofía, etnohistoria y cosmología entre los toba takser del Chaco Central”, Scripta Ethnologica 23 (2001): 201-229. Qohelet expresa, a su vez, la existencia desde dos planos: lo fútil y lo realmente transcendente. Todo discurre bajo el sol, en el tablero de este mundo, con la valoración de “flash backs” y reflexiones de Salomón. Esas experiencias expresan las luces y las sombras de la condición humana en contraste con lo permanente.

[Inicio del cuerpo de texto. El resto de notas a pie de página se encuentra al final]

Hijito:

Una generación se va

otra generación llega,

y la tierra

siempre está.

Sale el sol

y el sol se oculta

y regresa al lugar

por donde salió.

Va hacia el sur

y, después, vuelve al norte,

va y viene;

va el viento

y, en sus vueltas,

el viento vuelve.

Todos los ríos llegan al mar

pero el mar no se llena;

al sitio donde los ríos van,

allá ellos vuelven a ir.

Todas las cosas cansan

más de lo que se puede contar.

Ni se cansa el ojo de ver,

ni el oído de oír.

Lo que fue,

será;

lo que se hizo,

se volverá a hacer.

No hay nada nuevo

bajo el sol.[5]

Presta atención.[6]

Pingüen l’ec

Hijito:

Lo mejor es la sabiduría

con herencia,

y de beneficio

para quienes ven el sol.[7]

Puedes estar a la sombra

de la sabiduría

o del dinero,

pero la sabiduría da vida

al que la tiene.

Considera lo que hizo Dios,

¿alguien podrá enderezar

lo que él torció?

Disfruta de los buenos momentos

cuando te lleguen

y reflexiona con los adversos.

Ambos son cosa de Dios.

Nunca se sabe

lo que te ha de llegar.[8]

Este es mi consejo.

Qom l’ec pi

Hijito:

Grandes obras hice,

construí casas,

planté viñas,

cultivé huertos,

cármenes,[9]

donde puse frutales

de toda clase.

Hice aljibes

para regar la multitud

de árboles que allí crecían.

Compré esclavos y esclavas,

tuve criados,

mucho más ganado,

mayor y menor,

que aquellos

que me precedieron

en Jerusalén.

Acumulé dinero,

tesoros de reyes y reinos.[10]

Me hice de cantantes,

y disfruté

las delicias de los hombres:

un harén.[11]

Mucho me engrandecí,

más que todos los anteriores

de Jerusalén,

y seguía teniendo sabiduría.

No le negué nada a mis ojos,

ni prive mi corazón

de ningún placer.

Disfruté de todo lo que hice

y fue lo único[12] que saqué.[13]

Presta atención

Pueg

Hijito:

Igual que los animales

acaban los hombres,

tienen el mismo fin,

ambos mueren

y ambos tienen vida.

No es superior el hombre

a los animales,

todo es instante,

y todo va al mismo lugar.

Surgió del polvo

y al polvo volverá.[14]

Sé consciente.

Pingüen n’onaxa[15]

Hijito:

Observé las opresiones

que se dan bajo el sol.

Vi a los oprimidos llorar

sin consolador,

del lado de los opresores

estaba la fuerza

y no tenían consolador.[16]

Pensé que los muertos

que murieron

estaban más felices

que los vivos

que viven.

Mejor aún para los nonatos

porque no han visto

la maldad bajo el sol.[17]

Este fue mi mirar.

Pueg l’ec pi[18]

Hijito:

Mucho se esfuerza el hombre

para comer

pero no se sacia nunca.

¿Qué beneficio tiene

el sabio sobre el necio?

¿Qué gana el pobre

que sabe

enfrentarse a la vida?

Más vale la realidad

que lo imaginado.

Es fugaz,

perseguir el viento.

Las cosas que existen

ya están catalogadas.[19]

Sabemos lo que es el hombre

y no se puede luchar

con el que nos supera.

Aumentan las palabras,

Aumenta la fugacidad.

¿Qué se gana con eso?

¿Quién sabe lo que conviene

al hombre

a lo largo de su fugaz vivir,

donde pasa como sombra?[20]

¿Quién puede decir al hombre

qué sucederá tras de sí

bajo el sol?[21]

Hasta aquí llega mi mirar.

Nawe epaq[22]

Hijito:

Recuerda a tu Creador

mientras eres joven,

antes de que lleguen

los días adversos,

los años en que digas:

“No les encuentro placer”;

antes de que se oscurezcan

el sol, la luz,

la luna, las estrellas;

antes que vuelvan las nubes

tras la tormenta...

Instante de instantes,

decía Qohelet,

todo es un instante...

Al final, éste es el discurso:

Ya se ha dicho todo.

Respeta a Dios,

guarda sus mandamientos

porque, eso es todo el hombre.[23]

Dios juzgará[24] toda obra,

incluso la secreta,

sea buena o mala.[25]

Este, hijito, es mi consejo

para que se alargue tu vida.

Libertador S. Martín,
el día en que la selección española de fútbol ganó el mundial del 2010

[5] Qoh 1, 4-10 (las traducciones son del autor).

[6] El final de las secciones, en la retórica toba, concluye con breves oraciones de consejo o exhortación.

[7] “Estar bajo el sol”, “ver el sol” son expresiones que se acercan mucho a los pueblos de la antigüedad (y a los toba) y refleja el mundo de las personas vivas físicamente.

[8] Qoh 7, 11-14.

[9] El jardín con hortalizas (carmen) es usual en la cultura semita y mediterránea.

[10] Lit. “provincias”.

[11] La expresión es difícil de traducir y parece que puede hacer referencia a numerosas mujeres.

[12] Aunque el texto pueda parecer negativo, no tiene que serlo obligatoriamente. Salomón deja las cosas claras: “Hay lo que hay, ni más ni menos”.

[13] Qoh 2, 4-10.

[14] Qoh 3, 19-20.

[15] Hará unos 4000 años, entre Santiago del Estero y el sur del Chaco, cayó un meteorito creando el “campo del cielo” (pingüen n’onaxa). Los toba pensaban que eran gotas de sudor del sol y que éste era un espacio de conexión entre lo terrestre y lo celestial. El evento produjo grandes incendios que, a su vez, generaron un segundo mito: el del lapacho colorado. Éste es un árbol que sobrevive al fuego y que, por ello, se impregna de connotaciones. El mundo, para Qohelet, es como un gran “campo del cielo”, inmerso en injusticias, irregularidades y situaciones incomprensibles. Por eso representa, como pocos textos, la esencia de lo sapiencial: ¿cómo explicar el incendio de la existencia frente a los atributos positivos de la deidad? El resultado, como en Job, es que la mirada (conocimiento) humana tiene un límite.

[16] También se podría traducir como “vengador”.

[17] Qoh 4, 1-3.

[18] Para Qohelet, la “condición no humana” es no ser capaz de percibir que el instante es simplemente instante, que ni el conocimiento, ni las riquezas, ni el poder, ni el placer duran más que lo que tienen que durar. El hombre es criatura y tiene límites.

[19] Texto de difícil traducción. Lit. “ya tienen nombre”.

[20] En la literatura judía, un símbolo de fugacidad es la sombra de las aves. Cf. Sal 144,4; GnR 96,2; Tanj wayüHî 1; TanjB wayüHî 2 y, obviamente, QohR 1,2,1.

[21] Qoh 6, 7-12.

[22] Hay una solución en la mitología toba para hallar las respuestas, encontrar la luz: el nawe epaq (el itinerario que nos oferta el lapacho colorado). Para Qohelet sólo existe una posibilidad de superar el instante: respetar a Yhwh y guardar sus mandamientos. No hay otro camino para el hombre que lo lleve de la oscuridad a la luz porque lo único que sobrevive al flamígero devorar del instante es Dios.

[23] Sólo los ancianos toba podían señalar hacia el arco iris, era tabú para los demás. Sólo Salomón, el anciano más sabio de los hombres, se atreve a señalar hacia la naturaleza humana y advertir que no somos dioses, que existimos en el instante. Rompe el tabú de una percepción equivocada para que, a diferencia de los toba, todos podamos señalar hacia el arco iris.

[24] Como buen texto sapiencial, concluye en la macrohistoria. El clímax de la comprensión de la existencia humana, cuando la percepción localista se disipa, es el día del juicio. En el tiempo del juicio todos los planos del conocimiento se aúnan y se percibe con claridad la razón de todas las cosas.


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